pero que nos vendría bien un poco más de amor. El orgullo es asombroso. No siempre ha sido así. En generaciones pasadas, cuando casi todos creían en la justicia de Dios, las personas encontraban a veces difícil creer en el amor de Dios. La predicación acerca del amor de Dios llegaba como una maravillosa buena nueva. Hoy día, si le dices a alguien que Dios le ama, ni mucho menos se va a sorprender. «Claro que Dios me ama; no puede evitarlo, ¿no es cierto? Además, ¿por qué no iba a amarme? Soy tan
Page 12